martes, 30 de junio de 2009
autor: VENTURA-LLIMONA + KOBANAWA-FUJII
Salvador Ventura de Blas, Pau Llimona Broto, Yoshihide Kobanawa, Kaoru Fujii, Glòria Busquets Simon.
PRIMER PREMIO
La ermita de “La Antigua” constituye un claro ejemplo del románico vasco y es sin duda el edificio más emblemático de la zona. Zumárraga es la ciudad a sus pies, el corazón que ha ido bombeando de vitalidad a la ermita y formando las historias que la configuran. Esta relación esconde un patrimonio tangible e intangible valioso, identitario y propio que la diferencia de otros lugares.
El proyecto se percibe como un paisaje, un recorrido donde se lee la memoria histórica del pueblo. Igual que La Antigua no tiene razón de ser sin los zumarragatarras, el nuevo centro de acogida de visitantes no puede nacer sin vincularse con la ermita y su entorno y la relación de esta con el pasado, presente y futuro de la ciudad.
El río Urola como semilla generadora y organizadora de la trama urbana de Zumárraga, el pasado industrial acerero de la zona, el entorno natural y sus bosques son algunos de los conceptos en los que se basa el proyecto.
lugar
El nuevo edificio se propone parcialmente enterrado, aprovechando el gran desnivel del monte Beloki. Está situado en una parcela cerca de la fachada noroeste de la ermita y entre dos caminos laterales, con la intención de no superar la altura de La Antigua.
Con este gesto se establece un primer dialogo de escala con la ermita y la montaña. Este respeto por lo ya construido no esconde la voluntad de crear un edificio con personalidad propia capaz de convertirse en atractivo turístico y dinamizador de la zona.
espacio
El proyecto empieza en el exterior, con un sistema de rampas que recogen los visitantes desde las zonas de aparcamientos inferiores y que nos permitirán limpiar el entorno de vehículos y autobuses. Este recorrido nos permite las primeras miradas al paisaje y al entorno mientras nos dirigen al edificio a través del porche de acogida. El porche es el elemento de unión y relación entre el nuevo edificio y la ermita, es el punto de encuentro entre el conocimiento interior y el entorno. Un espacio de refugio donde albergar los distintos usos que tradicionalmente se celebran en los alrededores. Este espacio, de luces y sombras, nos dirige a La Antigua y a las vistas de Zumárraga.
Como el río en la ciudad, un gran lucernario quebrado crea y distribuye los diferentes espacios interiores. Un río de luz como símbolo del paso del tiempo, aprendizaje y evolución. Este caminar a través de la luz del lucernario nos dirige al interior de las salas de exposición y del museo donde un recorrido vinculará la historia de La Antigua y la ciudad.
energia
El gran lucernario divide el edificio entre la parte enterrada, (más estable y de gran inercia térmica) de la parte exterior. Una doble caja de cristal y las lamas móviles interiores del lucernario se combinan con las chimeneas posteriores para gestionar la circulación natural del aire, la temperatura interior y la iluminación buscando la máxima autosuficiencia energética.
material
El entorno y la historia de la zona son el concepto de partida para el tratamiento material del conjunto. El bosque y la metalurgia se materializa en el edificio con unos dobles muros formados por tubos de acero oxidado de distintos diámetros, dispuestos “aleatoriamente”. Esta segunda piel actuará como filtro en las fachadas y muros interiores permitiendo el paso de la luz y acelerando la circulación del aire de forma natural entre las salas. El mismo material se extiende por las rampas exteriores hasta el aparcamiento inferior, trabajando como elemento de contención y protección.
EQUIPO DE TRABAJO:
VENTURA-LLIMONA + KOBANAWA- FUJII
Arquitectura
Salvador Ventura de Blas, Pau Llimona Broto, Yoshihide Kobanawa, Kaoru Fujii, Glòria Busquets Simon.
Museografía
Anna Escarpanter Llandrich, Ana Galdós Monfort.
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