Arquitectas/os de Gipuzkoa
Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro en Gipuzkoa

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Comunicado del COAVN Gipuzkoa ante las últimas noticias aparecidas en los medios de comunicación sobre las actuaciones que se han llevado a cabo en el patrimonio arquitectónico


viernes, 08 de junio de 2018

EL PATRIMONIO, PREMIO O CASTIGO

Desde hace unos años en Gipuzkoa y más concretamente en San Sebastián los arquitectos y la ciudadanía, vivimos una situación permanente de zozobra a la hora de contemplar obras que afecten, en mayor o menor medida a edificios o elementos preexistentes. Cada posible actuación se convierte en una incógnita y un debate más o menos público, que altera lo que debería ser la normal aplicación de las reglas de las que nos hemos dotado para desarrollar la actividad de una ciudad en el ámbito del urbanismo y la arquitectura.

Una ciudad es un ecosistema vivo en constante cambio y adaptación,  como única forma de garantizar su supervivencia y su evolución. Es importante conservar nuestros valores identitarios y patrimoniales,  pero no podemos permitir que nuestras ciudades y pueblos se queden anclados en un pasado que ya no existe.

Eso implica realizar una valoración, experta y en profundidad, para poder juzgar y escoger qué es importante conservar. En esa mirada debemos realizar un análisis de conjunto en el que entren en juego los aspectos geográficos, artísticos, históricos y también sociológicos. Hay ámbitos, paisajes, espacios y edificios que habrá que evaluar. Pero no podemos dejar de lado, y más en el caso de los edificios, la gestión económica, su uso y la sostenibilidad, que es una variable fundamental a día de hoy en todo análisis. 

Los edificios tienen calidad en razón de sus valores arquitectónicos e históricos, constructivos, sociales incluso, pero también deben responder a un uso.  La "vida" de los edificios debe contener actividad porque son, en el mejor de los casos, un arte al servicio de la existencia de las personas. Si la utilidad  a la que se destinaban ha desaparecido, o mutado,  deberemos permitir cambios que contribuyan a una renovación, un renacimiento para favorecer  la actividad humana. 

No todos pueden, ni deben ser, museos o centros culturales, tenemos que ser creativos y permitir mixturas, valorando cuidadosamente cada caso.  Esto permite escoger la excelencia, y no sobreproteger, lo que conlleva vulgarizar dicha cualidad de protegido. 

Tampoco todo lo antiguo es valioso por ese sólo motivo, o por el nombre de su autor, o por los materiales que lo componen. En ocasiones deberán desaparecer lo mismo que lo han hecho otros elementos cotidianos, porque los edificios tienen esa cualidad del día a día, como la tuvieron los relojes de pared o los teléfonos analógicos, recogiendo, si fuera preciso su memoria y agradeciéndoles los servicios prestados. 

Por otra parte, el hecho de otorgar a una construcción calificación patrimonial hoy en día "penaliza" a su dueño, sea este privado o público. Recaen sobre el propietario, por este hecho, unas cargas que, en el caso del privado, no se ven compensadas de ninguna manera, lo que irónicamente conduce en muchos casos a la ruina del elemento que se intentaba proteger. O bien la mera posibilidad de que sea reconocido acelera el derribo. 

Y en el caso de lo público, es decir, de lo que sostenemos entre todas las personas con nuestros impuestos, no hay recursos económicos para ir aumentando esa cuenta indefinidamente, por lo que debemos conseguir un complicado equilibrio. En el caso de los particulares, evidentemente, este problema crece exponencialmente. 

Como ejemplo estamos en estos momentos en pleno debate sobre la gestión y el uso que se le puede dar al Palacio de Miramar, uno de los edificios con máxima protección en nuestra ciudad por motivos obvios. Se ha puesto en evidencia la dificultad de conseguir una ponderación entre su  adecuada preservación y puesta en valor, a la vez que resolvemos  la ecuación de una gestión económica  que resulte en una carga asumible. 

De otro lado, los arquitectos/as que trabajamos en el campo de la rehabilitación, construcción y el urbanismo nos encontramos a merced de una falta de seguridad jurídica en cuanto a la precisa aplicación de la norma, para las actuaciones que pretendemos abordar. 

Existe una normativa, con unos cauces y un campo de juego. Pero cada vez que se intenta intervenir  se produce una oposición al cambio más o menos ruidosa, que convierte cada edificio en una guerra de trincheras y se traduce en una obligación de  defenderse y justificar la legitimidad de nuestro trabajo, y no hablemos ya de su calidad. El promotor  y la propia administración reciben presiones para no desarrollar aquello que le autoriza la legalidad vigente y que en muchos casos requiere el dinamismo de una ciudad del siglo XXI. 

Debemos ser cuidadosos y velar por aquello que tenemos la obligación de defender, pero el exceso de celo nos hará caer en el inmovilismo y así convertiremos en una imagen fija en tonos sepia nuestra querida ciudad.

Desde el año 1930 en el Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro en Gipuzkoa  estamos  trabajando por este reconocimiento, difusión y puesta en valor de  la Arquitectura. Por citar algunas de las  actividades  más recientes,  entre ellas están la realización de las Guías de Arquitectura de Donostia-San Sebastián  (1996), y la Arquitectura de Gipuzkoa realizada en colaboración con la Diputación (2004), la colección de biografías  "Arquitectos guipuzcoanos" , la organización en el 2016 del IX Congreso Docomomo "Patrimonio cultural y sociedad" (primera edición en territorio vasco-navarro), o  los cursos de verano de la Universidad del País Vasco más recientes: "Construido para durar"(2017) y el de la edición actual "Estudios de cascos históricos: Europa de norte a sur".

El patrimonio es un valor y una palanca fundamentales para la actividad y la vida de nuestra ciudad pero se puede convertir en una losa que nos aplaste. Si se cediera a la tentación de quedarnos como estamos, las murallas jamás se habrían derribado y el San Sebastián que conocemos y la mayoría de los elementos que ahora defendemos nunca se hubiera construido. 

 

Judith Ubarrechena Iribarren,

Presidente de la Junta de la Delegación en Gipuzkoa

del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro.

Archivos adjuntos

Ondarea, sari ala zigor [966 KB] Patrimonio, premio o castigo [1 MB]

Comentarios

Blas Urbizu:

Hola Judith:

Me ha llamado la atención que en el mismo mensaje colegial en el que incluyes esta reflexión sobre el patrimonio construido, se nos convoca a celebrar la fiesta de la patrona en el Club Naútico. Efectivamente, como dices, muchas veces en San Sebastián se suscitan polémicas inconsistentes sobre edificios que siendo antiguos no son valiosos ni protegibles. Pero se olvida que, al mismo tiempo, en esta misma ciudad mía, un silencio incomprensible acompaña la destrucción de patrimonio construido realmente valioso. Por ceñirme solo a monumentos declarados de Euskadi, citaré la Fábrica de Gas de Morlans y el Club Náutico que, hace no mucho, ha sufrido una intervención que prolongará por muchas décadas la nefasta actuación del año 1947 que construyó un levante sobre su terraza y destruyó su imagen original y su envolvente: En plena posguerra, el edificio del Club Náutico no estaba protegido. Hoy en día, con un régimen distinto y con un decreto del año 2.000 que protege con claridad el edificio original, se ha vuelto a hacer lo mismo.

Con estas líneas no pretendo polemizar, porque entiendo que hay quien opina de forma distinta a como opino yo y, además, el tema ya no tiene arreglo. Solo quería pedirte que, si fuera posible, los actos que organice el Colegio, los ubiquéis en un lugar distinto a ese tristemente malogrado edificio, en el que todos los colegiados nos podamos sentir cómodos.

Muchas gracias por tu atención. Saludos,

Blas Urbizu

Blas Urbizu, viernes, 08 de junio de 2018

Judith Ubarrechena:

Estimado Blas: lo primero agradecerte el haberte tomado la molestia de escribir tu comentario, todas las opiniones son bien recibidas, y nos ayudan a mejorar.
Tengo que decirte que la polémica que se suscitó en su día sobre la intervención en el Club Náutico tuvo reflejo en varias charlas y actos abiertos al público, que trataron sobre dicha intervención y que explicaban la complejidad de la actuación y los diversos factores a tener en cuenta para poder abordarla (yo asistí a varias). Alguna de ellas fue convocada en el Club Naútico por la nada sospechosa, en mi humilde opinión, organización ICOMOS en el mismo espacio donde celebraremos nuestra fiesta este próximo 15. En las mismas se explicaron los aspectos técnicos, artísticos, y de gestión económica que se han aplicado, llevando hasta donde resultó posible acciones de reversión al original.
Cómo tú dices no se trata de polemizar, y lamentaría que esta diferencia de opinión nos privara de compartir un momento de confraternización y reconocimiento entre compañeros.
Recibe un saludo afectuoso:
Judith Ubarrechena

Judith Ubarrechena, viernes, 08 de junio de 2018

Jose Leon Lasarte Alzua: Agradecimiento

Estimada Judith, quiero agradecerte tu escrito que rubrico frase por frase. Me ha impresionado por coincidir plenamente con mi opinión. No podré ir a la cena pero te mando un fuerte abrazo. Y gozad de ese buen edificio.

Amigo Blas, yo soy socio del RC Náutico desde hace muchos años, y disfruto de sus instalaciones muy gratamente. Te lo recomiendo, hazte socio y disfruta tu también. Estoy seguro de que tu elevada sensibilidad arquitectónica lo podrá soportar. Incluso obtendrás placer deleitándote con lo mucho bueno que tiene. Pretender restaurar ahora la configuración original del Náutico es una entelequia. Yo también habría actuado de manera diferente sobre el edificio, pero en pequeños matices. Nunca me habría atrevido a plantear la eliminación de toda la planta superior. Entre otras razones porque es ahí donde juego al "bridge" con bastante asiduidad. Y te puedes imaginar las vistas que tenemos. Pero es que en ese mismo espacio he realizado infinidad de actividades a lo largo de mi vida. Entre otro usos recuerdo los de salón de baile, restaurante, sala de bingo, bar-discoteca... Se supone que el arquitecto proyectista y director de las obras es un experto en el edificio de Aizpurua y Labayen, y que ha realizado una tesis doctoral sobre el mismo. El técnico (y artista) estaba, por lo tanto, bien elegido. A partir de ahí, todos nos podemos equivocar. Que tire la primera piedra el que esté libre de pecado. Pero si te hubieran contratado a ti tampoco habrías sido capaz de eliminar la planta superior. No te hubieran dejado. No seas tan riguroso y vete a cenar al Náutico. Un abrazo.

Jose Leon Lasarte Alzua, viernes, 08 de junio de 2018

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